La película comienza con el vuelo de bandadas de palomas por el cielo, acompañadas por la música de un violín. La imagen se interrumpe por diversos disparos provenientes de la escopeta de un hombre vestido de terno. A su alrededor, hay una reunión de personas vestidas formalmente para la ocasión, que se divierten disparando y mirando la muerte de una paloma acribillada.

Ese comienzo es una metáfora de lo que ocurre en Largo Viaje, una de las películas iniciales del Nuevo Cine Chileno, donde un Niño (no existen nombres propios) recorre la ciudad para recuperar las alitas de cartón que se le caen a su hermano -nacido sin vida-, al ser enterrado. Según la creencia, esto le permitiría a la guagua llegar al cielo y convertirse en un angelito, pero el camino se vuelve un obstáculo por las limitaciones de su pobreza y el abuso a partir de quienes tienen más poder, ya sea por su posesión de bienes, utilización de fuerza o edad.

Volviendo a las primeras imágenes de la película, en la secuencia de la caza de palomas, el segundo concursante no logra apuntarle a una paloma que escapa y llega a un barrio poblacional. La cámara la sigue: hay niños que golpean al niño protagonista, con los ojos vendados. Éste lanza combos al aire, hasta caer al suelo. El resto de los niños escapan. El niño se levanta y se saca la venda, viendo a la paloma posada sobre un techo. Intenta alcanzarla, pero la espanta. El recorrido de la paloma se alterna entre clases empobrecidas, clases acomodadas y la clase media; el ave se vuelve el punto de vista de una cámara que se posiciona para comparar los estratos económicos chilenos, donde la gente pobre tiene limitaciones y dificultades para llevar a cabo su vida, buscando como sea algún mecanismo de financiamiento; mientras que las clases acomodadas se ven en la obligación de mantener la compostura, bien vestidos, pero con la limitación de ser libres de este juego de apariencias. La mujer del hombre que está disparando, mantiene aventuras románticas con otros hombres, ante la monotonía de la vida junto a su marido. Cortinez y Engelbert en su libro “Evolución en Libertad: el cine chileno de fines de los sesenta. Tomo I” destacan una escena donde la mujer va en auto, acompañando a su marido, y proponen, como metáfora, que va encerrada al igual que el pájaro dentro de una jaula que va en la maleta del auto.

En términos de sonido, desde un principio se percibe que la oralidad parece un poco declamatoria, exageradamente pronunciada, en relación a una sonoridad que se escucha abultada en la película, con los niveles bajos saturando la legibilidad. De todas formas, el sonido refuerza el realismo de la imagen cuando notamos que las clases empobrecidas tienen un hablar acampesinado y rápido frente al sofisticado lenguaje de las clases altas, que tienen un manejo oratorio mejor que el de las otras clases que se ven, pues el énfasis no está en cómo hablan sino en un paso más adelante: cómo persuaden e intentan convencer al interlocutor.

En el caso de la visualidad, cada escena comienza o termina con un gran plano general, mostrando la ciudad y los barrios por donde pasean los personajes. Así se contextualiza y se comparan las clases sociales de la película, a partir del aspecto de dónde están las casas o los locales donde se reúnen los personajes. Esto se ilustra en la secuencia del nacimiento del hermano del protagonista. Mediante un montaje paralelo, vemos el sufrimiento del parto de la madre y, por otro lado, a los niños del barrio atrapando a la paloma en una planicie de tierra y barro, con casas de cartón o formadas con retazos y tablones de madera para poder construir un lugar protegido con un techo. Los niños del barrio amarran al pájaro de una pata, con un cordel hacia el suelo y le tiran piedras. El niño protagonista salva a la paloma y corre, siendo perseguido por el resto; cuando logra escapar y regresa a casa escucha “no es un hombrecito, es un angelito”; su hermano nació muerto.

Además de la visualidad de los espacios que despliega la película, es interesante la particularidad de los personajes para expresar el ambiente que vive cada clase social. Se hace el velatorio de la guagua, donde pareciera estar embalsamada: la visten de blanco con alas de cartón en su espalda y la colocan sobre una silla frente a una suerte de altar. Toda la gente reza a su alrededor, hasta que comienza a sonar una cueca para despedir al niño, con pallas, generando un funeral peculiar comparado a los de hoy en día que tienen un carácter solemne, donde la música es lenta y entristece. El mismo director caracteriza el velatorio de la película como “un aire siniestro y barroco, como si se tratase de una fiesta de monstruos, altamente erotizados y potencialmente violentos” (Kaulen en Cortínez y Engelbert, 182). La gente comienza a tomar trago. Todos disfrutan de la fiesta en el funeral, menos la madre del hijo fallecido. Incluso el padre se emborracha y baila, considerando que éste nunca se ve relacionándose con la mujer, por la dedicación excesiva al trabajo y a la fiesta, en el tiempo libre 1. El abuelo también toma y le cuenta al niño, que sigue presente en la misa, que las alas que le pusieron a su hermanito son para que éste pueda llegar al cielo. Todos caen borrachos, se pelean a combos y se manosean.

Al día siguiente, el niño protagonista inicia un recorrido para devolverle las alas a su hermanito, que fue llevado por su padre en un ataúd hechizo para ser enterrado. En el trayecto, se encuentra con predicadores que engañan a la gente con testimonios falsos acerca de dios, para pedir dinero; con niños que intentan sacar partido de la inocencia del pequeño protagonista, quitándole las alas y pidiéndole favores a cambio, como abrirles una puerta desde una ventana, para poder entrar a un local y robar.

La película llega a su fin, cuando el niño llega a una florería para esconderse de la avaricia y violencia de la gente. Tratar de dormir pero comienza a llorar. La paloma, que nos ha acompañado durante el relato, está posada en el techo del lugar, lo ha visto todo pero no puede hacer nada ante eso, es un animal pasivo. El niño despierta en la mañana porque a su alrededor se arma un mercado de verduras, frutas y flores, sumido en griteríos. Alcanza a ver que las alas están en un camión de basura y lo persigue.

Finalmente, la cámara hace un dolly out para llegar a un gran plano general picado, mostrando al niño corriendo por la calle, en un barrio popular junto a un cementerio. La búsqueda de las alitas, podemos comprenderla como una investigación religiosa; la liberación de la pobreza por medio de la ilusión de que en el “paraíso” las oportunidades serán iguales para todos. Pero la analogía de tener un cementerio al lado de este sector popular, sentencia el futuro para la clase empobrecida, donde la cámara se escapa de las personas y desde el cielo observa la realidad. La película plantea que ni la salvación religiosa puede ayudar a la pobreza.



Notas

1

Cabe destacar que en las películas del Nuevo Cine Chileno, cuando los personajes no trabajan, suelen emborracharse. Esto se ve, sobretodo, en las clases bajas, pues enfrentar la realidad de forma lúcida no vale la pena. Como otro ejemplo, existe el personaje borracho de Los Testigos, que prefiere no ayudar dando el testimonio de que un Luis Alarcón poderoso mató a un esforzado y trabajador Jaime Vadell, sino que su prioridad es el trago.