Es una producción búlgara, hablada en Francés. Heredera del cine político de fines de los sesenta, “Llueve sobre Santiago” es una ficción militante que rescata el gobierno de la UP y establece una crítica contra el golpe de Estado. Al mismo tiempo, no se trata de un cine de tesis, pues la historia es ágil y lineal, llena de acciones no simbólicas sino estrictamente narrativas. No hay necesidad de poetizar el mensaje, ya que en el exilio no hay censura ante la difusión de las ideas de izquierda.

El lenguaje audiovisual de esta película es de una gran producción. Iluminación artificial de buena factura, plano contra plano, planos general de establecimiento y estructura aristotélica. No hay énfasis en la microhistoria ni en las contradicciones internas de los personajes: prevalece la intriga a gran escala y los personajes colectivos: el pueblo, los sindicatos, los militares, la prensa, etc. Y siguiendo con esta directriz abundan los planos generales, la multiplicidad de locaciones, una estructura coral y un estricto encadenamiento de acción/reacción. Por lo tanto no hay imagen mental, sino imagen acción: no interesa la terceridad en la interpretación de la imagen ni tampoco la afección del rostro: planos medios, conjuntos y generales se suceden de forma ágil, con movimientos de cámara sofisticados y siempre en concordancia con la historia, cuyo gran arco es la elección de Allende y el golpe militar.

Si estableciéramos un paralelo entre “Il Pleut sur Santiago” (título original) y “Caliche Sangriento”, realizada por Helvio Soto en Chile el año 1969, notaríamos que hay ciertas continuidades relevantes de revisar. En “Llueve sobre Santiago” hay una ambición exracinematográfica como señala Glauber Rocha, ambición de denuncia, de difusión ideológica, de crítica, de ganar militancia en los espectadores. Directamente relacionada con la urgencia de la época, la película se inscribe en un programa más amplio, un programa comunicacional mundial que buscaba desacreditar la dictadura y restablecer la legitimidad histórica del gobierno democrático de Salvador Allende. Sin embargo esta estrategia discursiva no es consecuencia directa del golpe de estado sino que es la modalidad con que Helvio Soto se relacionó con la política desde mucho antes del gobierno de la UP. En “Caliche Sangriento” también podemos ver un despliegue de producción que no se corresponde con la escala de cine independiente. Ambas películas cuentan con un elenco muy numeroso, y con una intriga política que se desenvuelve a través de personajes colectivos. Vemos una preferencia por representar a la masa, planos generales y muchos extras, y grupos colectivos con roles específicamente político sociales que resultan ser los agentes que participan en el conflicto.

La travesía por el desierto de “Caliche Sangriento” se prestaba de manera dócil a extrapolaciones interpretativas distintas a lo entregado diegéticamente, en una estrategia muy común que consiste narrar hechos del pasado para hablar indirectamente del presente. Por el contrario, los acontecimientos de “Llueve sobre Santiago” no demandan extrapolación alguna y responden a otra forma de cine, un cine de temática política, pero que no pone en crisis los marcos de producción ni los cánones narrativos clásicos. En términos formales, es un cine más cercano al mainstraim que al nuevo cine latinoamericano de los años sesenta, y por lo mismo su relación con la política no es reflexiva sino transparente. La política para H. Soto es un hecho concreto, un fragmento de historia reciente que puede ser representado de manera narrativa. Por contraste, entonces lo político no es una manera de poner en tensión los marcos de enunciación (y producción), ni las estrategias discursivas, ni los modos del relato, ni los códigos visuales.