Dawson, Isla 10 es una de las pocas películas de ficción histórica que representan la Unidad Popular y los primeros meses de la dictadura, en la que la mayoría de los protagonistas son personajes históricos reales, aquellos “grandes hombres de la historia.” Sin embargo, esta cinta hace una combinación entre ficción y realidad, que complejiza la presentación de la historia de políticos y ministros del gobierno de Allende, detenidos en la Isla Dawson después del golpe de Estado. La cinta desplaza protagonismos y trunca los tiempos, logrando que finalmente sea una cinta de tonos universales más bien que locales.

En relación con las decisiones de casting, todos los ex-ministros son muy similares entre sí. Visten ropa parecida, (que no evoluciona a lo largo de la cinta) con gruesos abrigos que camuflan al actor/personaje. Además, los políticos son presentados al público sencillamente diciendo sus nombres. Álvaro García sugiere que los ex ministros deberían ser extra-diegéticamente conocidos (García). Sin embargo, como el pasado ha sido silenciado de manera tan eficiente en Chile, las personas que no vivieron en esos años - o no están interesados ​​en la historia - se encontrarán confundidas acerca de quién es quién. Sumado a esto, sus nombres se cambian temprano en la cinta a Isla 1, Isla 2, Isla 3, etc., disfrazando aún más su identidad. Finalmente, como la cinta fue una coproducción chileno-brasileña, algunos de los actores que interpretan a los políticos son brasileños, sumando una mayor dificultad – para las audiencias locales- de reconocer quien es quien. 1

Los registros históricos nos dicen que la Cruz Roja se hizo cargo de la ropa de los políticos, por lo que habría estado en buen estado. Sin embargo, esto no se explica en la película, y más bien parece indicar una condición estática y atemporal de perfección que no muestra señales de cambio en los estados psicológicos o físicos de los personajes. La más clara excepción es Benjamín Vicuña, quien interpreta a Sergio Bitar, autor del libro de memorias en que se basa la película (Bitar, publicado originalmente en 1987). Sin embargo, por las opciones de casting y vestuario, incluso Vicuña se vuelve difícil de diferenciar.

Si bien esto podría ser percibido como un error de producción, sugiero que es una elección consciente para camuflar la identidad individual de cada político con el fin de crear un protagonista colectivo: Los detenidos políticos. De hecho, el primer título de trabajo de la película fue Los hombres de Dawson, título que según el comentario de Littin -incluido en el DVD- reflejaba un carácter de “relato coral” de la película. De esta manera, el colectivo de políticos funciona como un personaje.

En este comentario, Littin también sugiere que la cinta muestra la precariedad de la vida humana bajo los tormentos de los campos de detención, así como la voluntad de vivir. El ejemplo que da es precisamente la forma en que la ropa de los personajes es siempre la misma, y en ella “figura un tiempo que no pasa: un pasado, un presente y un futuro, todos juntos”. Esto, sumado a la dificultad de reconocer a los políticos y creación de un personaje colectivo sugiere que Littin dió preferencia a presentar una experiencia universal de la detención, la cual recurre a ese tiempo detenido de la privación de libertad, más que una exploración de la situación chilena propiamente tal.

Relacionado a este personaje colectivo, García comenta que “los personajes pesan menos que las acciones, siendo incluso intercambiables”. En la cinta, las situaciones aparentemente aisladas que representan la vida cotidiana en el campamento están hiladas a través de los monólogos de voz en off del protagonista. Estos conectan diferentes situaciones que, en general, no se refieren directamente a la experiencia de Bitar, sino a la experiencia grupal de la detención. La cinta narra así una historia de tiempos cortados, movimientos estáticos y desarrollos truncados.

Al referirse a los militares, la lógica cambia bastante. En primer lugar, en oposición a la “realidad” expresada con los políticos, los militares son personajes ficticios. Varios personajes reales se fusionaron en un sólo soldado de ficción. Esto sitúa a los detenidos en un plano paralelo a los militares. Los primeros reales y en teoría reconocibles, los segundos ficticios y anónimos. En segundo lugar, la mayoría de los militares son actores famosos, como Luis Dubó (el padre de Machuca), Cristián de la Fuente (actor de series de televisión internacionales) y Sergio Hernández (actor de renombre en cine y teatro). En tercer lugar, los militares parecen llevar a cabo acciones más concretas que los detenidos. Interrogan, gritan, castigan y premian. Sin embargo, no torturan.

La decisión de fusionar personajes militares y convertirlos en ficticios, a la vez que homogenizar a los personajes reales, genera un desnivel en la percepción de estos dos grupos. Esto está apoyado por la cinematografía en tanto que los detenidos suelen ser filmados con cámara en mano, mientras que para los militares se utilizan cuadros fijos, denotando la rigidez militar (Bello). Sin embargo, fuera de esta asimetría de representación de la política y el pasado, la idea más compleja es que los militares no parecen ser los victimarios o adversarios de los detenidos, sino buenos guardianes.2 Así, la violencia y tortura desaparecen de esta versión de la historia.

De esta manera, el papel protagónico no está en Vicuña/Bitar como sugeriría el título, ni en los detenidos políticos en general. Tampoco en manos de estos guardianes casi humanitarios. El rol tampoco lo toman las reflexiones políticas de lo sucedido históricamente. Yo sugeriría que el rol protagónico se le adjudica a la naturaleza. La fuerza y potencia de la naturaleza del extremo sur de Chile está presentada con tomas aéreas y planos generales de la isla que la presentan bella e indomable. Refiriéndose a la isla Littin dijo, "Nada se puede comparar a la Isla Dawson, que fue vivida y experimentada. (Por eso) más que el rodar la historia, revivimos los lugares donde ocurrieron los hechos, con los testigos cara a cara. Como mirarse en un espejo roto del cual se escapa el tiempo. El objetivo era captar la realidad y profundizar en ella” (Soares).

Así, la isla cobra más relevancia que los políticos, los militares o el mismo Salvador Allende (que aparece en unas polémicas recreaciones de dentro de La Moneda). Con tomas aéreas, la isla muestra constantemente todo su poder, indomable y grandiosa. El filtro frio, reminiscente a cintas del holocausto, nos transmite una sensación de temperatura que pasa a afectar al espectador generando, desde lo visual, una sensación física. Así, la cinematografía, con todos sus recursos, nos revela al verdadero protagonista. El clima, la nieve, el viento y el frío son demasiado extremos para las inadecuadas prendas de los ex políticos y militares. La naturaleza sí evoluciona en su progresión natural, de primavera al verano y luego a otoño. La naturaleza no discrimina por motivos políticos, es cruel por igual ante militares y políticos. Los personajes, todos por igual, están a merced de las fuerzas imparables, tanto de la naturaleza como de la política. De hecho, la forma en que se retrata la naturaleza hace alusión a las pinturas románticas, donde las nubes ominosas y los vientos toman protagonismo. Presagiando así los oscuros meses que vivirán los prisioneros en la isla, así como vaticinando los duros años que vendrán en la dictadura.

Los protagonismos desplazados y los tiempo truncados con falta de acciones concretas nos llevan a cuestionarnos porqué el director toma la decisión de adaptar para el cine un texto contingente (como el de Bitar) y despolitizar la adaptación. ¿Por qué narrar la vida de actores políticos relevantes en el pasado y presente del país, y quitarles protagonismo o no ahondar en sus experiencias? ¿Es esto una señal de avance político en la transición o un silenciamiento producto del trauma? Más allá de estos cuestionamientos, esta cinta también nos abre la puerta para evaluar la vida de la película tras su estreno y su evidente vinculación política, 3 y reflexionar en torno a cómo las interpretaciones de la política y la historia cambian con el paso del tiempo.

Bibliografía

Bello, Felipe. “Dawson, Isla 10: Una mirada desde la vivencia.” Blog de cine latinoamericano. 16 Sept. 2009.

Bitar, Sergio. Dawson. Isla 10. 12th ed. Santiago: Pehuén, 2009.

García, Álvaro. “Dawson, Isla 10: Épicas de La Reconciliación.” La Fuga, Revista de Cine n.d.

Soares, Andre. “Dawson, Island 10: Q&A con Miguel Littín.” Alt Film Guide. N.p., n.d.

Straub, Jean Marie, and Danièle Huillet. “Direct Sound: An Interview with Jean Marie Straub and Danièle Huillet.” Film Sound: Theory and Practice. Ed. Elisabeth Weis and John Belton. New York: Columbia University Press, 1985. 150–153.



Notas

1

Debido a los fuertes vientos de la Patagonia y el hecho de que algunos actores tenían un acento portugués, el doblaje fue necesario. Esto dio lugar a una banda sonora plana, lo que camufla aún más las identidades de los personajes/actores. Para Jean Marie Straub y Danièle Huillet, el doblaje es no sólo una técnica sino también una ideología, donde el casting tiene que ver más con lo que se ve del actor y no con el conjunto que incluye apariencia y voz. Con el doblaje, las palabras no pertenecen a las caras, perturbando ligeramente la interpretación de las cintas (Straub and Huillet).

2

Esto puede ser una referencia al hecho de que, en oposición a la mayoría de los campos de detención en Chile, éste fue administrado por la Armada en lugar del ejército.

3

Tanto Dawson, Isla 10 como La nana de Sebastián Silva estuvieron en competencia para ir a representar a Chile en los premios de la Academia. En torno a la selección hubo un gran debate público.