1973 revoluciones por minuto, crea una representación alegórica de las últimas horas de Salvador Allende, dentro del palacio La Moneda. Esta película explora las fusiones entre el teatro y el cine, entre la memoria histórica y la fantasía. Desde estas experimentaciones nace un minucioso ejercicio de memoria, que lucha contra los silencios del pasado producidos por el trauma histórico, pero también contra los silencios de la vida privada del presidente, así como con los límites de expresión del cine de ficción.
En lugar de ser simples reproducciones de imágenes de archivo, (como la fotografía anónima de Allende defendiendo La Moneda) o recreaciones de los posibles diálogos que hubo en esas tensas horas (como los creados para Dawson, Isla 10), esta película presenta lo ficticio sin una intención de ser interpretada como una verdad histórica, sino como una reflexión sobre los va y vienes de la memoria. 1973 revoluciones por minuto mezcla una obra de teatro original escrita por el argentino Rodolfo Queblen con material de archivo sobre las celebraciones de los tres años de gobierno, la mañana de 11 de septiembre, y las detenciones que siguieron. Dirigida por Fernando Valenzuela, esta película muestra al actor Ramiro Sandoval camino a su trabajo a través de las calles de Nueva York.
Tras llegar a un teatro vacío, la cámara lo acompaña mientras se transforma en Salvador Allende. Maquillaje, vestuario y accesorios son indicadores claros de la cultura material icónica: dos pares de gafas de característico diseño, uno roto y el otro entero, y una bala. Como si fuese el ensayo de una obra de teatro, la película muestra los monólogos de las últimas horas frente a un teatro vacío (a veces ocupado por un niño solitario). En el escenario, una silla tiene un walkie-talkie de gran tamaño, el casco característico que usó el presidente durante el bombardeo a la casa de gobierno y la ametralladora AK-47. En el fondo, un telón pintado muestra la silueta de La Moneda. En el escenario y en el público reina la soledad.
Con estos simples pero sugerentes accesorios, 1973 revoluciones por minuto reflexiona en torno a la idea de re-montar el pasado. A través del uso de material de archivo, la edición y la ficcionalización de las tensas últimas horas del presidente, la cinta nos presenta un Allende reflexivo y nostálgico del pasado, que pide perdón y celebra sus triunfos.
Por encima de todo, la cinta vuelve sobre las complejidades de la memoria; este Allende recuerda su vida privada; cuando conoció a su esposa, a su amante y los hombres que lo apoyaron. La cinta crea también algunas imágenes en blanco y negro que parecieran ser recuerdos ficticios - como el mismo chico de la audiencia de pie en frente del mar y una niña que mira directamente a la cámara. La película no utiliza estas imágenes y ni las de archivo para indicar realidad ni veracidad. Utiliza estas imágenes como visualizaciones de los monólogos de Allende y exploraciones de emociones, creando, junto con las fotos del teatro, una compleja versión de la memoria, el pasado y la historia.
En términos de la puesta en escena, cintas como Dawson, Isla 10 dan cabida para la confusión, ya que recrean el interior de La Moneda en las últimas horas de Allende, pero utilizando blanco y negro (denotando imagen de archivo) y escondiendo los elementos que indican que es una recreación. En cambio, 1973 revoluciones por minuto se acerca más al lenguaje del documental de Bettina Perut e Iván Osnovikoff en El astuto mono Pinochet contra La Moneda de los cerdos (2004) donde reflexionan no sólo sobre la historia y como esta ha sido comunicada a los jóvenes y niños del país, sino que también sobre las posibilidades que el documental tiene para expresar estas ideas: el “meta documental” lo llaman. 1973 revoluciones por minuto hace una meta-ficción al trabajar desde el límite entre el teatro y el cine, entre la recreación y una puesta en escena mínima.
Al hacer esto, la cinta no da cabida para confundir las imágenes de archivo con las creadas para la cinta. Más aún, estas no están utilizadas para ilustrar palabra por palabra lo que dice Allende (Sandoval), sino que en juegos de edición y contraste generan significados que denotan el paso del tiempo y los cambios en los compromisos políticos entre 1973 y la fecha de estreno de la cinta. Invitando a reflexionar sobre el personaje político desde aspectos no solo públicos, sino también privados, dando espacio a lo íntimo, para así reconstruir un momento político desde sensibilidades contemporáneas. Se podría decir así, que la cinta reflexiona a través de una meta ficción, sobre la memoria privada, la memoria política y la memoria histórica.