“En este absurdo mundo lleno de excrementos y asquerosidades aparezco vestida de guarra auténtica para con toda mi sangre chilena, como resultado original de lo peor de esta sociedad que nos abruma.”
Hija de Perra
Empaná de Pino trata sobre Hija de Perra y su esclava sexual Perdida, las cuales venden empanadas de pino hechas con carne humana molida en una feria en Santiago de Chile. Hija de Perra quiere revivir a su esposo muerto, Caballo, y el demonio Zapanala tiene el poder para hacer realidad su deseo, pero primero, Hija de Perra tendrá practicar el sacrificio humano con todos sus seres queridos convirtiéndolos en deliciosas empanadas de pino.
La película parte con un primer plano de un travesti, una cara grotesca de cejas exageradas que no se sabe con qué fin mueve con fuerza los brazos hacia abajo una y otra vez, luego –con varios cortes en el eje y un efecto de lente gran angular– revela que este personaje con ojos desorbitados está amasando lo que luego será la masa de las empanadas de pino.
Esta película, no es, quizás, la mejor forma de acercarse al cine independiente chileno, pero sí es un acceso directo al cine marginal y que derechamente no se quiere higienizar, plantea una alternativa desde la autodenominada independencia, pero al mismo tiempo y con conocimiento, carece de la elegancia del cine chileno que en los últimos años ha sido tan bien recibido en festivales europeos, disfrutados como un acercamiento a la cultura de un país en vías de desarrollo con una industria creciente. Empaná de Pino se presenta desde aquella marginalidad de un mundo absurdo lleno de asquerosidades y excrementos propiamente chilenos, con claras motivaciones de romper esquemas y pasarse de la raya.
Desde un grotesco humor negro, esta película utiliza constantemente el sarcasmo y la exageración como medio para invitar a reflexionar sobre aquellos tabúes de la sociedad contemporánea en el país, que en el circuito acomodado y el cine de exportación se oculta, pero que en la elección de locaciones de la película: las periferias, las poblaciones, se grita y se vive.
Aquella marginalidad se presenta orgánicamente durante toda la película, desde lo bizarro de la historia hasta la construcción de la puesta en escena. Dentro de un espíritu provocador, que se demuestra en escenas como la muerte de Perdida en la cual Hija de Perra, arrepentida, pone un condón en su pistola para luego, meterla en el cuerpo muerto de su amiga.
Son varios los aspectos a destacar, desde la mencionada puesta en escena, que coinciden con esta idea de lo separado, lo lateral. En primer lugar se encuentra la construcción misma de la historia desde la presentación de las temáticas, hasta la forma de llegar a ellas, por ejemplo el pequeño apartado de una mujer enseñando como hacer empanadas, las cuales a esa altura ya tienen para el espectador la carga de la carne humana.
También, la dirección de actores conforma una vertiente muy importante en la película, esta dimensión está claramente tratada desde la exageración, con personajes que a ratos parecen saberse en una película, respetando la escena drag, que se sostiene desde la espectacularidad de los figurantes, de lo brillante, excesivo y desmesurado. Pero en una versión bizarra con travestis que no aspiran a lograr la belleza, delicadeza y la hermosura femenina de una Miss Universo, al contrario, son travestis que se juntan a jugar pichanga y a tomar de la botella en un peladero de tierra en la población. En cada personaje se extrema su aspecto extravagante y demente generando un ambiente altamente perturbador. Desde las inflexiones hasta la vestimenta se puede notar en cada individuo la decadencia, la vulgaridad, pero al mismo tiempo el goce del cuerpo en escena y la exposición, comprendiendo el espectáculo cinematográfico como “gozadores sin culpa”, entregados a la brutalidad sin miedos y ni represiones. El personaje principal, Hija de Perra, se plantea así misma en la película, tal cual como se muestra al mundo en sus performances: un monstruo de raza sospechosa y difícil clasificación, confusa para aquel que pueda valorarla íntegramente, puta, travesti, gay, mujer, hombre, lesbiana. La película se sitúa con ese mismo espíritu potente y borroso.
Otro aspecto es la dirección de fotografía, una cámara errática que a ratos parece dejar que los personajes hagan los suyo, siguiéndolos en planos y angulaciones que no coinciden con lo que debería ser la emocionalidad del personaje, pero que sin duda apoya una atmósfera exótica, a ratos ajena, pero altamente familiar desde la cotidianidad de la elección de las situaciones: conversaciones de living, sexo casual, junta entre amigos, cocinar, omitiendo el hecho de que la carne con la que se cocina es humana.
Por último, no se puede dejar mencionar la elección de la banda sonora presente en la película, con artistas como LiLiTS, Elefante Gonorrea, Flores Marchitas, Diálisis, entre otros. Los cuales se caracterizan por ser parte de la escena musical chilena independiente, pero ligada al circuito under.
Todos los elementos mencionados son guiños políticos de sus realizadores y participantes, los cuales se plantean radicalizar los posibles aspectos materiales expresivos del cine y su extensión en un discurso a favor de la disidencia. Hija de Perra destaca como activista social, defendiendo los derechos de las mujeres y minorías sexuales desde su arte en general, con mucha ironía y humor negro, ya sea como diseñadora de moda, cantante en la agrupación Indecencia Transgénica o con los diversos discursos y clases impartidas sobre enfermedades venéreas que la movieron desde la periferia y la marginalidad de su circuito artístico a los salones de las universidades, expandiendo así su discurso a favor de la disidencia sexual, temática a la cual Empaná de Pino también pertenece.