En un balneario de la costa de Chile, Vicente Maldonado (Agustín Silva) veranea con su familia. Una tarde va a caminar por la playa y conoce a una chica, quien lo invita a una fiesta. Vicente acepta. En la fiesta reconoce a muchas personas, todos encuentran conexiones, son hijos de la clase poderosa del país. Entre fiestas, drogas y alcohol, Vicente termina la noche en el asiento trasero del auto de Manuel Larrea (Samuel Vicuña), borracho y perdido. Al día siguiente se entera que Larrea atropelló a un hombre del pueblo y resultó muerto. Sus amigos de esa noche, entre ellos Manuel, se han puesto de acuerdo para culpar a Vicente.
Aquí No Ha Pasado Nada está basada en el caso de Martín Larraín, hijo del político Carlos Larraín, que en una noche de desenfreno y en estado de ebriedad, conduciendo su auto atropelló y mató a un peatón que caminaba por la berma de una autopista, en la costa del país. Hasta el día de hoy Martín Larraín está impune. La película se inspira libremente en este caso para mostrar cómo funciona la justicia en nuestro país, donde hay impunidad para la clase adinerada. Este caso es parte de muchos otros, que han salido al conocimiento público en los últimos años, y que han delatado un sistema que funciona a costa de robos, delitos y arreglos extrajudiciales, por dinero, amiguismos y deudas personales. Pero más importante aún, habla sobre la sociedad que hemos construido, una sociedad que está fragmentada y cansada de todo, como si todo diera lo mismo, como si no pasara nada.
Alejandro Fernández Almendras, el director de la película, construye un relato desde este caso polémico, para hablar de algo que es mucho más grande que el delito que comete un niño rico, pues centra la mirada en un escenario específico, el de una burguesía (y una aristocracia), que pocas veces ha sido retratada en el cine. La película hace una construcción de este universo de una manera tan naturalista que llega a ser angustiante, muestra las casas grandes, las vacaciones lujosas, la relación de los jóvenes con sus nanas, los carretes desenfrenados.
El trabajo de la cámara, la descripción de los espacios que habitan los personajes y sobre todo el casting de la película, son el sustrato para crear la naturalidad con la que percibimos el contexto de la historia, y logra ser tan real que nos envuelve en la pesadumbre. En el primer tercio de la película, la cámara atraviesa los mismos procesos químicos que está experimentando el personaje: está mareada, le cuesta ver y enfocar. Está borracha y drogada como Vicente. Tenemos una visión distorsionada de las cosas, entramos desde un primer momento en su cuerpo, tomamos su lugar. Incluso en el momento del accidente estamos con él y apenas podemos percibir que algo pasó.
Es interesante la perspectiva de AFA, pues es una película que no muestra a buenos ni malos, se trata de que todos los personajes son, al igual que nosotros al momento de ver la película, testigos de lo ocurrido. Y así como el protagonista, nosotros también nos hacemos parte de este delito compartido. Pero lo interesante, es que en el juego del poder y de ver quién se quedará con la culpa, incluso nosotros nos comprometemos con la angustia que está sintiendo Vicente, haciendo que nos olvidemos de lo más grave del caso: alguien ha muerto atropellado. Cuando nos damos cuenta de esto, es porque ya nos hemos transformado, estamos al otro lado de la moneda, y así podemos llegar a la escalofriante conclusión de que en este país algunas vidas tienen más valor que otras, y esto es lo más violento de todo.
No es la primera vez que Alejandro Fernández Almendras nos introduce a una realidad desde una construcción naturalista y angustiante; sólo cambia su escenario o el lugar desde donde se aproxima, en Matar A Un Hombre (2014), su película anterior, vemos cómo funciona la justicia desde el otro extremo: la clase media-baja del país. El contexto de supervivencia desde aquí, lo determinan los más fuertes del barrio y la manera de resolver las injusticias, una vez más, no se satisface mediante los organismos de justicia sino por la ley del más fuerte.
El punto de vista del director sobre la sociedad chilena es claro y certero: no importa en qué sector o clase nos encontremos, siempre pertenecemos a un sistema viciado, donde la única manera de tener victoria, es a través de la violencia o el poder, que son la misma cosa.
Aquí No Ha Pasado Nada encabeza la lista de las películas que se han hecho y se estrenan en la época del Cine Contemporáneo. Tienen como sustrato hechos reales, temas actuales sobre nuestra situación como país o noticias recientes, como el caso de Rara, Jesús y Nunca Vas A Estar Solo. Proponen una manera de hacer un cine habitable desde distintas perspectivas y que construyen una crítica social, desde ese lugar, donde la realidad se hace angustiante y liberadora, donde se evidencia a una sociedad que tiene un gran problema con la verdad y la justicia, los propios organismos de justicia, el gobierno, los medios de comunicación y hasta nosotros como ciudadanos. Es una enfermedad que se esparce en todos los escenarios, y de forma rápida, como un cáncer que habita en nuestro cuerpo, que nos debilita y nos mata.