En la primera escena de Mala Junta vemos como un grupo de jóvenes vándalos asaltan una bomba de bencina. En penumbras dos de estos ladrones juegan dentro de la tienda robando entre bromas unos dulces y unas cajetillas de cigarros. Se escuchan vidrios rompiéndose y entendemos que ha llegado el momento de escapar. Suenan las balizas de los carabineros. Ambos salen corriendo por la puerta trasera y uno de ellos, el mayor, queda atrapado por uno de los trabajadores de la bomba al ayudar a su acompañante más indefenso. Quien queda atrapado es Tano (Andrew Bargsted), protagonista de la película.
Mala Junta, es el primer largometraje de su directora Claudia Huaiquimilla, quien vuelve a uno de los lugares donde se crío para contar una historia de desarraigo y soledad. El cine chileno de hoy toma situaciones noticiosas y relevantes dentro de nuestra sociedad para realizar un comentario sobre ellas a través de la ficción. San José de la Mariquina ha estado en el ojo de los medios estas últimas semanas por las quemas de camiones de grandes empresas por encapuchados. Quienes siempre terminan siendo culpados en esta situación es la comunidad mapuche de este sector que ve sus tierras siendo destruidas. Este conflicto se presenta como el contexto al que Tano llega, su padre Javier (Francisco Pérez-Bannen) vive en el sector mapuche por lo que se relaciona con ellos en su mayoría y se hace parte de sus problemas y también de sus tradiciones. Otra temática que da contexto a este largometraje es el SENAME en los últimos meses (y años) le han llovido críticas negativas a su funcionamiento. Tano tiene por misión portarse bien en su nuevo hogar con su papá para mantenerse afuera de este lugar.
En su primer día en San José de la Mariquina, Tano pone un poco de vino en una botella de plástico y sale a caminar. Llega a un lugar con un árbol seco y se detiene ahí. Aquí llega Cheo (Eliseo Fernández), este árbol es su refugio. El puntapié a su amistad. Cheo es un adolescente de origen mapuche que es víctima de bullying en su colegio por esta misma razón. Tano y Cheo, excluidos de sus propios mundos encuentran en el otro un refugio. Un árbol solitario se transforma en su punto de encuentro, aquí se conocen y desarrollan su amistad. Sentados bajo la sombra del árbol, Tano prende un pito y le da su primera fumada de marihuana al Cheo ambos ríen y sellan su amistad. El árbol toma gran relevancia dentro de esta historia que se repite como leit motiv en distintas escenas de la película, cargando simbolismo a este elemento otorgándole distintos significados. Este es el lugar donde pueden ser ellos mismos alejados de los prejuicios de los demás y de cierta forma los representa a ellos mismos como personas en pleno desarrollo de sus vidas también.
Luego de una de las tantas peleas con Javier, Tano va hacia el solitario árbol, está alterado cuando Cheo intenta intervenir, Tano ataca con la violencia a la que está acostumbrado y le saca en cara la mentira que le contó su mamá sobre el paradero de su padre. La relación de los adolescentes entra en tensión. Tano siente la presión de su propia relación con su papá y mamá, descarga sus frustraciones con Cheo. No se siente parte de una familia y entiende que esto influye en su situación actual. Pero solo sabe reaccionar de una manera. Este es un lugar de crecimiento para ambos. Ninguno de los dos siente pertenecer a sus mundos, forman parte de los prejuicios de la sociedad de hoy.
La fábrica de celulosa que se muestra desde lejos, grabado con un teleobjetivo o en grandes planos generales se presenta como un villano silencioso dentro de este espacio. Destruyendo los bosques nativos y la naturaleza a la vez que contaminan el área y reducen el territorio de quienes habitan en este sector. El humo que emanan y los olores que expelen se remarcan en sus conversaciones cotidianas. Los que no conocen sus efectos, como Tano, no lo perciben como un mal. Se realiza un cruce entre este elemento y el conflicto mapuche con el personaje de Pedro (Ariel Mateluna), el guía a la comunidad mapuche para defender sus territorios de las plantas de celulosa y cuando el conflicto llega a su punto culmine con la muerte de este personaje. La derrota en esta batalla del pueblo mapuche versus las grandes empresas, donde está el poder del país. Cheo arriba del caballo, se ve firme, formando parte de su comunidad. A través de la música, la naturaleza y unas palabras en mapudungún se representan la unión y la tradición del pueblo mapuche. Se demuestra el respeto con el que actúan. En este instante se dimensiona la pertenencia de Tano y Javier a la comunidad. Participan de este rito de paso y son parte de ellos.
Sonidos fuera de campo indican el camino a Tano. En el gimnasio del colegio, se incendian unos objetos en el arco de básquetbol. Uno de los matones culpa al Cheo quien esta vez decide defenderse del abuso de sus pares. Tano llega y ve como golpean al Cheo que está en el piso. Se aleja. Patea las paredes en la entrada al gimnasio. Da vueltas en círculo. Hasta que se decide. Vuelve al gimnasio y defiende al Cheo, un combo fuerte en la nariz aleja a los matones. El Tano tendrá que irse al SENAME y lo sabe, aunque pareciera volver a lo mismo, este es el cambio en él. Ya no está solo y los problemas del Cheo se tornan en los suyos también. Utiliza la violencia porque la conoce, la domina, pero esta vez la usa para defender a quien ahora es su amigo y quien lo entiende. Nosotros como espectadores también lo entendemos Tano demuestra que ahora pertenece a un lugar y que tiene compañía. En este momento las consecuencias dejan de importar.
Javier recibe a Cheo y su familia en la puerta de la casa. Tano observa desde el segundo piso, Cheo encuentra su mirada y ambos asienten. En la planicie, el árbol cortado. Hay silencio, ni el Cheo ni el Tano están ahí, el árbol tampoco. Una derrota más. Es el fin de la vida de Tano en este lugar donde logró echar raíces. La desaparición de este árbol demuestra también la batalla perdida en contra de las empresas que arrasan con todo a su alrededor. El árbol ya no está, pero sus raíces siguen ahí.
Mala Junta es una película que no pasó inadvertida por los cines locales, y esto no es casualidad. Esta historia aprovecha todos sus recursos para tocar temas importantísimos en el Chile de hoy. De fondo el SENAME y la condena que este significa. El pueblo mapuche y la vulneración de sus derechos. La contaminación que llevan a cabo las plantas de celulosa. La combinación de temáticas actuales en su justa medida presentadas desde un punto de vista cotidiano genera empatía con sus espectadores. A final de la película queremos al Tano y queremos al Cheo y nos sentimos un poco más conscientes de lo que sucede en nuestro país. Claudia Huaiquimilla se aproxima al cine desde lo social una historia pequeña pero con temáticas más amplias, chilenas y actuales. Aunque más que nada busca contarnos la historia de una relación de amistad entre dos adolescentes que, por distintos motivos, no logran encajar.