Ilusiones Ópticas es un relato coral que recuerda algunos aspectos del cine de Wes Anderson, por la gran preocupación del set (colores, utilería, vestuario), por la rigurosa planificación del encuadre y por el tono ligeramente cómico presente en el guión. De un espíritu crítico, el guión ridiculiza los elementos más absurdos del progreso y retrata cómo los individuos se relacionan con estos incómodos preseteos neoliberales: las cirugías plásticas, los despidos, la influencia de las trasnacionales, la publicidad, el seguridad privada y las crisis espirituales. Desde un punto de vista sociológico, el film intenta escudriñar las maneras en que el sistema (económico, laboral, cultural) abusa cínicamente de los ciudadanos, pero Jiménez se concentra en encontrar un tono distanciado que hace sobresaltar la ironía por sobre la denuncia, en el retrato de un arraigado “provincianismo cosmopolita”, como él mismo lo llama.

Al igual que en Mami te amo, es la ceguera de uno de los personajes la que plantea desde lo narrativo una atención sobredimensionada en las ‘formas de ver’. Colores y formas resultan completamente irreconocibles para el ex ciego, que al estar dotado de visión pareciera haber atrofiado su percepción del mundo: palabras, objetos, ideas y sensaciones se le confunden, mientras es manipulado por una Isapre para mejorar sus relaciones públicas. Es en esta línea de la trama que comienza a sucederse una comedia de equivocaciones que involucra a muchos personajes, los que permanecen conectados por la ciudad pequeña en la que viven y los absurdos enredos que cruzan sus caminos.

El discurso de la película ridiculiza los espacios del capital, como el mall, la salud privada y las transnacionales, sin segundas lecturas en este aspecto. Sin embargo el film decide ir más allá de la anécdota, y poco a poco se adentra en las frágiles relaciones interpersonales que componen el relato: hermano/hermana, padre/hijo, empleador/empleado y los vuelcos inesperados que pueden asomarse en la vida de estos personajes, que en su aparente sencillez y simpleza Jiménez nos hace apreciar pequeños destellos de excepcionalidad y magia, entregados por la particularidad de los diálogos, la extrañeza de las situaciones, la comicidad de las acciones o por la arbitrariedad con que se resuelven ciertas líneas narrativas, apelando en un nivel profundo a la integración del absurdo en la vida cotidiana, en la línea de Martín Rejtman.

En términos generales, Ilusiones Ópticas vino a remecer el concepto de realismo con el que el cine chileno se relacionaba de manera más o menos cercana, siguiendo la línea de Play y de Mami te amo, conformándose como un conjunto de cintas que presentan versiones pop de un mundo cuya superficie es aparentemente plana y alienada. Poniendo el acento en el absurdo de la rutina, en el desajuste de lo real y en su arbitrariedad, estas películas derivan en la formalidad no como juego, sino como discurso: desde la puesta en escena artificial reflexionan sobre un mundo enajenado en la circulación, pero del cual se pueden rescatar resistencias, gestos materiales que recuerdan que aún existen formas individuales de experimentar lo real por fuera de las pautas establecidas.